sábado, 7 de mayo de 2011

Madera



de piernas cruzadas
aguarda a solas lo que vendrá
ya no le preocupan
el humo del cigarro, el vencimiento de la comida
la depilación mensual o la autoestima

para ella el adiós es una puerta  
una puerta que se cierra, como un parpadeo
la acción de dejar atrás a los demás y al tiempo
así, pero de madera
     
ella conoce el sonido hueco
el abismo en donde caerá el otro o uno mismo a merced del recuerdo
(depende de qué lado de la puerta se esté)   

ninguna otra acción es tan eficaz para despedirse
llevar la mano al pestillo
balancear el cuerpo y la puerta que va
diligente a cumplir su designio, plum, se terminó

el cuerpo plegado en dirección inversa escapando de otro cuerpo
el aire dividido, cortado en dos por la hoja  
vos allá y yo acá dice ella separada al fin de su chancro.

Nunca se aprende a decir adiós.


Un sueño



Si tratase de invertir el orden de las cosas

si caminase en sentido opuesto al universo

daría vueltas y vueltas hasta encontrarme

de nuevo en este orden



y los hombres dirán por fin que es cierto

avalarán el círculo

y las mujeres no buscarán la explicación

y será suficiente

y seré recuerdo

apenas este gesto vivirá en mí.